El equipo de Scaloni pasó por todos los estados de ánimo, ganaba con los goles de Messi y Di María, en una ráfaga empató Kilyan Mbappé con dos goles, en la prórroga volvieron a marcar Messi y Mbappé, pero en los tiros desde los doce pasos se impuso la Albiceleste.
El seleccionado argentino es el nuevo campeón mundial después de una pulseada final entre auténticos campeones.
Francia, defensor del título conseguido en Rusia cuatro años atrás, jugó gran parte del partido con una palidez llamativa. O no tanto, si se considera la presión, la precisión en velocidad y la eficacia de Argentina para trepar hasta el 2-0.
Pero un campeón no se rinde así nomás. Y Francia, con un Mbappé imparable, se puso 2-2 en el último tramo de la cita en el Lusail. Alargue. Otra vez alargue, sensación encontradas, preocupación y ansiedad, como ante Países Bajos.
A pesar del cansancio y del cimbronazo psicológico Argentina volvió a anotar un gol a través de Messi y volvió a empatar Francia con otro penal de Mbappé. Entonces el duelo de gladiadores tuvo su definición desde los doce pasos. Y volvió a emerger el Dibu Martínez para atajar un disparo. Francia desvió otro. Y el cuento terminó cuando Montiel puso el 4-2.
Con Diego Maradona desde el cielo. Y en el contorno, con el Kun Agüero. Como Lo Celso, como Nico González, como Joaquín Correa, como el Batigol, como el Cholo Simeone y Sorin, como Crespo, y Kempes, como Batista y Valdano…
El tercer título incluyó una demostración para el mundo entero del sentido de pertenencia que genera la celeste y blanca. Como en el 78, como en el 86 y ahora en el 2022.
Después de tantas lágrimas, de tanta espera, la Copa se quedó mansa y tranquila en los brazos de Messi y compañía.
Que quede claro. Si había dolor, si tocaba perder, esa frustración ya no iba a tener la envergadura suficiente como para tapar el orgullo que llegó a generar este equipo.
La Selección de Scaloni, con Messi a la cabeza, tuvo la virtud de devolverle la ilusión a la gente. Y eso no tiene precio.