Desde hace un tiempo los nutricionistas dejaron de dar dietas y comenzaron a dar planes de alimentación basados en la educación alimentaria nutricional y en la modificación de los hábitos alimentarios, porque se vio que las dietas lograban bajar de peso pero no lograban modificar el patrón de la alimentación y cuando estas se abandonaban se tenía efecto rebote.
Por suerte y como todo en el mundo de la salud, a medida que se fue avanzando, se comenzó a ver que los mejores resultados para poder lograr los objetivos de cada persona y mantenerlos en el tiempo se obtenían trabajando en conjunto con el paciente, para que este sea protagonista de su tratamiento y así logre cumplir sus objetivos y mantenerlos en el tiempo.
El gran problema de las personas dietantes es que todo el tiempo están llevando una alimentación donde se restringen alimentos con el fin de poder disminuir de peso y no para mejorar la salud. Esto termina perjudicando tanto la salud física como la mental porque se restringen nutrientes, se pierde el placer de comer algo rico y muchas veces se limitan a participar de eventos sociales por no poder comer determinados alimentos. Es por esto que llevar adelante una dieta restrictiva tiene consecuencias negativas:
- Disminuye la cantidad de energía que necesita el cuerpo para funcionar correctamente provocando que tenga que ponerse en modo ahorro de energía y esto termina enlenteciendo el metabolismo, es decir, provoca que toda las actividades que debe realizar nuestro organismo, lo haga de manera más lenta.
- Aparece el deseo de comer alimentos que antes no se comían, por la restricción que se está haciendo y esto a su vez, lleva a que todo el tiempo se esté pensando en que se va a comer y si se puede o no se puede comer.
- Se produce un desequilibrio en las señales de hambre y saciedad, esto hace que se tenga hambre todo el tiempo y que al momento de sentarnos a comer, no se pueda reconocer la sensación de saciedad (estar lleno) y se coma de más.
- Aumenta el malestar por no poder comer lo que gusta y esto lleva a estar tristes, de malhumor, estresado, frustrado, lo que termina provocando que se deje la dieta y se coma todo eso que se prohibió apareciendo el famoso efecto revote “baje 10 kg pero subí 15/20” producido por un descontrol alimentario.
- Se altera el placer, ya que se dejan de comer aquellos alimentos que gustan, que generan bienestar al comerlos y esto hace que se esté de malhumor, que se tenga culpa por no poder cumplir con una dieta, y por comer todo aquello que se prohibió durante tanto tiempo porque lo prohibido se desea más.
Para poder evitar todo lo anterior es mejor trabajar en el cambio de hábitos, porque estos nos permiten aprender a comer, a mejor la relación con los alimentos, a respetar esas señales de hambre-saciedad y sobre todo nos permite disfrutar de las comidas, de los eventos sociales y bajar de peso y sostenerlo en el tiempo.
Es cierto que lograr cambiar los hábitos alimentarios lleva tiempo pero son pequeñas modificaciones que se van haciendo y que luego perduran toda la vida. En el cambio de hábitos no hay consecuencias negativas como las mencionadas en las dietas, acá sucede todo lo opuesto porque al mejorar la relación con la comida, se pueden comer todos los alimentos aprendiendo a respetar las cantidades de cada uno, a disfrutarlos, se aprende a reconocer lo que se come y a poder distinguir si comemos por hambre, por placer o por alguna emoción como la ansiedad. En este mundo de buscar una mejor alimentación, más sana y más saludable, ya no hay alimentos prohibidos, acá existen alimentos más saludables o menos saludables y consumo de alimentos frecuentes u ocasionales.
Nada mejor que tener una buena relación con la comida y poder disfrutar de cada alimento sin restringirse de ninguno.