Desde Mar del Plata, con apenas 20 años, Caleb Montenegro se posiciona como uno de los jóvenes saxofonistas con más proyección en la escena emergente. Pero su camino hacia el saxofón no comenzó con una vocación clara, sino con una mezcla de insistencia familiar y un curioso azar estético.
“Mi familia nos obligó a estudiar música en el conservatorio desde chicos, porque ellos no habían tenido ese apoyo de sus padres”, cuenta Caleb. Pasó por el violín y el piano, pero no conectaba. «A los 14 sentí que la música no era lo mío, pero mi mamá me insistió en probar un instrumento más. Taché opciones hasta que quedó el saxofón. Lo elegí por estética, pero a los meses me di cuenta de que era mi instrumento».
Desde entonces, se formó en el Conservatorio Luis Gianneo en música clásica, aunque su verdadera exploración vino por fuera, de forma autodidacta y con profesores particulares, especialmente en música popular y jazz.
Actualmente, forma parte de varios proyectos, aunque destacan dos: Masomé , una banda de rock/funk que fundó en 2022 junto a amigos del colegio, y Big Bandamme , una big band de jazz donde profundizó su estilo gracias a Matías Osorio, a quien conoció tocando en la calle.
Sobre las diferencias entre tocar en banda de rock/funk (Masomé) y orquesta, Caleb destaca que en una banda “hay más decisiones compartidas y más libertad”, mientras que en una big band de jazz se requiere una precisión colectiva más compleja. Aún así, disfruta de ambos formatos.
El saxofón, que suele tener un rol melódico, también le permitió experimentar. «Con Masomé aprendí a tocar temas sin saxo, a improvisar líneas nuevas, o a imitar instrumentos que no estaban presentes. Eso me volvió mucho más dinámico».
Con influencias como Dexter Gordon y Sam Greenfield, Caleb continúa escribiendo su historia musical, una que empezó por azar pero hoy suena con toda intención.










